lunes, 4 de mayo de 2009



Un San Valentín para recordar.
Por Cynthia Romero.


Verano, tiempo de distraerse, divertirse, relajarse y pasarlo bien, en teoría, ya que mas que atractivas historias que contar se me vienen a la mente solo desastres y eventos desafortunados. Además al vivir en la playa, el hecho de veranear no es muy entretenido, ya que lo único que recibo son; sorpresivas y no siempre agradables, visitas, que se apropian de mi casa e invaden mi intimidad.
Para la mayoría de las personas el catorce de febrero es una feacha especial, para compartir con el ser amado, regalonear, entregar amor y más aun sentirse querido, bueno eso, además de los regalitos, chocolates, y cosas por estilo. En mi caso particular lo veo solo como una fecha más para el consumismo, pero aun así no puedo negar que es llamativo elegir un día del año para dedicarlo a tan lindo sentimiento como el amor.
Estaba en mi casa tranquila y resignada a que sería un 14 sin novedad alguna, cuando repentinamente suena mi teléfono, cual sería mi sorpresa al escuchar la voz de mi ex novio de 4 años, Andrés con quien tuve una intensa, problemática e interminable relación. Me preguntó si me gustaría recibir su visita y pasar un rato juntos a lo que, inmediatamente respondí con un entusiasta si.
Mi corazón no podía estar mas contento, repentinamente mi San Valentín se había vuelto emocionante, decidimos ir a una fiesta que quedaba bastante lejos de mi casa a celebrar.
El primer inconveniente fue la hora, se suponía que a las 11 de la noche Andrés estaría en mi casa, pasaban de las 12.30 cuando tomamos el auto dirección a la fiesta. Al entrar al lugar, cerca de la 1 de la mañana, notamos que no habían mas de 15 personas, lo que me parecía bastante extraño ya que generalmente el local esta lleno y frecuentado por algunos amigos. Luego apareció mi amiga, Valentina, y me contó que la fiesta había sido cambiada de lugar, en ese momento comprendí todo. No me quedo otra alternativa que tomarlo con humor y, obviamente, decidimos buscar la nueva dirección.
Llegamos cerca de las 3 de la mañana ya algo cansados así que decidimos sentarnos en un rincón, cuando aparece sin aviso alguno Cristóbal, un chico del pueblo con quien tuve una fugaz aventura en una de mis tantas rupturas con Andrés, y con quien mantengo una linda y sincera amistad, él sabe toda la historia de amor/odio y siempre tuvo muchas ganas de conocer al culpable de mis desdichas y sin pensarlo por un segundo se acerco a él, amistosamente, para conocerlo.
Para Andrés, quien sabía quien era Cristóbal, fue la peor de las tragedias, en ese momento yo solo quería desaparecer e impulsivamente me aleje a hablar con mi querida amiga Ofelia. Ellos hablaron por un par de minutos, quien sabe de que cosa, y al volver, en vez de recibir un cariño o beso, solo tuve una cara de espanto y un millón de interrogantes y reclamos, que terminaron en una absoluta indiferencia.
Y así finalizo mi noche, la que se predecía una apasionada y linda velada termino en un caos, sin pareja, pero con la mejor compañía del mundo, Ofelia y sus idioteces, unos cigarrillos y un par de margaritas.

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